De no ser por el rosario que llevaba puesto, nunca podría haber llegado aquí, pero siendo la persona más cercana a Hades-sama, era de esperarse estos privilegios para conmigo.
Estar aquí la única compañía que me sería dada, sería el de las ninfas, tal vez de alguna otra alma que pasra por aquí o la de Hypnos y Thanatos, aunque preferiría no ver a ninguno, no siempre les he tenido un buen aprecio. Suspiré y seguí caminando en el interminale jardín hasta llegar a una laguna de agua cristalina, me colcoqué de rodillas y observe mi reflejo.
- No he cambiado nada... me veo igual que cuando era niña...
Bueno, hay algunas "cosas" que si cambiaron cuando crecí pero en lo demás yo me veía exactamente igual, más no se por qué, tal vez mi imaginación o tal vez otra cosa, al final no era algo que yo debiera priorizar, para evitar así volverme loca.
Entonces escuché pasos sobre la hierba y volteé el rostro para ver de quien se trataba.
- Ah... eres tú... -dije con tono secó y cortante, no soy alguien fácilmente tratable.