Jardín en los campos eliseos

Sus ojos denotaban el profundo dolor que le inflingia la muerte de otro ser vivo, el Dios sonrio con satisfaccion al observarla tan fragil, tan desecha y por unos instantes detuvo su ataque al humano.

-Athena, a mi no me interesa matarlo, pero lo hare si tu continuas renuente a liberar a mi hermano y por lo que leo en tus ojos, sigues sin desearlo-

Alzo su mano nuevamente, torturando a aquel mortal que figuraba en la imagen de la esfera hasta que este cayo muerto frente a sus ojos, la imagen cambio de nuevo esta vez enfocandose en un pequeño pueblo de grecia, con unas 20 personas aproximadamente cerca de un prado.

-Ya murio uno Athena, ahora seran otros 20-

Murmuro, los 20 mortales comenzaron a moverse, retorciendose debido al dolor.

-Y bien ¿Lo liberaras Athena?-

Dejo salir un suspiro al notar las gotas saladas que surcaban su palido rostro, estiro su mano hasta conseguir secar sus lagrimas con el dorso de sus dedos, acto seguido dejo tranquilos a los aldeanos del pueblo.

-Athena, lo que dicen de ti es cierto, das demasiado por los seres humanos, al grado de vertir tus lagrimas por ellos-

Aparto su mano del rostro de la delicada Diosa y se alejo unos pasos de ella, cerro los ojos un momento para pensar en lo que haria.

-No tengo intencion de causarte dolor alguno, sin embargo no me dejas muchas opciones, los seres humanos suponen mucho para ti, pero veo que no lo suficiente-

La imagen de la esfera cambio de nuevo, hasta reflejar dentro de ella un rostro blanco, con mechones verdes, un rostro sumamente familiar.

-Bien mi querida Athena esta es mi ultima oferta, mi hermano acambio de la vida de aquel que tanto proteges...-

El patriarca del santuario, antigüo caballero de Aries, Shion, era quien ocupada ahora la vivida imagen por encima del Dios de la muerte.

-Shion, a cambio de Hypnos y mira, convenientemente Dohko se encuentra con él-

Thanatos comenzo a reirse al tiempo que ocupada su poder como Dios sobre Shion, haciendo que este comenzara quejarse de dolor.

-¿Lo dejaras morir Athena?-

Pregunto en un gesto de total altaneria, burlandose al ensanchar su sonrisa mientra sus ojos captaban con placer el dolor ageno del lemuriano.

Siento que por fin soy liberado de mi prisión, el cosmos de la diosa Athena ha dejado de rodearme, el sello que me mantenía en aquel lugar se ha roto. Siento la suave brisa sobre mi piel, mis ojos se mantienen cerrados, pero puedo percibir la luz a traves de mis parpados, he estado demasiado tiempo en aquel lugar oscuro.


Abro lentamente mis ojos para ver la brillante luz que me rodea, mis pupilas se acostumbran lentamente a la brillantez del lugar, para poder observar cada detalle, sonrio satisfecho al ver que me encuentro en los Elíseos.

Giro mi mirada hacia donde se encuentra un cosmos conocido, me giro con lentitud para sonreirle a mi gemelo, me acerco lentamente hasta donde se encuentra, me muevo con lentitud, paso mi mano suavemente por su rostro delineando su mejilla y dejando que mi piel fria a causa del cautiverio toque la calida dermis de mi gemelo

-me alegra verte de nuevo hermano-

mis labios se acercan para besar los de mi hermano, el contacto de la armadura de mi gemelo sobre mi cuerpo desnudo me provoca un leve estremecimiento


-Me disculpo por mi apariencia, me apresaron en circunstancias poco...oportuna-

sonrio cerca de su rostro


-lo que me pregunto es...donde se encuentra...algo que me pertenece-


Acaricio el pecho de mi querido hermano, delineo la forma de su cuerpo cuando me doy cuenta que Athena aun se encuentra aquí, mis ojos se posan en ella con desdén oyendo sus palabras


-Athena...por que he de obedecerte-

Con un suave movimiento libero a Shion de su tormento, dejandolo en paz y desapareciendo la esfera sobre mi cabeza, por fin Athena a accedido a liberar a mi gemelo y la observo con tranquilidad mientras lo libera de su encierro, no pasan más de unos segundos cuando la inconfundible figura de mi gemelo se hace presente, doy un paso al frente para acercarme un poco más a él.

-Hypnos...- Murmuro su nombre, al tiempo que miro de reojo a la pequeña Diosa que se coloca a mi costado, temerosa del Dios del sueño.

Mi hermano recupera la consiencia y se acerca hasta poder tocar con su fria mano la piel de mi mejilla, deposita un beso sobre mis labios y pregunta por el objeto de su deseo, minutos despues nota la presencia de Athena y le responde en un tono claramente molesto.

-Hermano...-Comienzo a hablar sosteniendo su mano y apartandola con delicadeza de mi cuerpo, me quito mi capa y se la coloco a él para cubrir su cuerpo desnudo. - Pescaras un resfriado hermano mio - me rio de mi propio chiste es imposible que eso suceda.

Abrazo a mi gemelo atrayendolo hacia a mi.

-Tomalo con calma Hypnos, Athena ya accedio a liberarte no quiero que te encierre de nuevo- beso su frente con suavidad. -Es duro estar lejos de mi amado gemelo, Shion se encuentra bien y seguro tiene muchas ganas de verte, pero eso tiene que esperar, ¿lo has entendido?, no te acercaras a Shion hasta que hayas estado conmigo un buen tiempo- Me giro para ver a Athena.

-Te lo agradezco Athena y te aseguro que no tienes nada de que preocuparte, te ire a dejar a tu templo- Culmine, soltando a mi hermano y mirandolo a los ojos. -Podras esperarme un momento Hypnos?-

Desde sus besos hasta sus delicados y provocadores movimientos, sin duda Hypnos era sumamente sutil en su trato, pero cada roce de sus manos sobre mi cuerpo venia acompañado de una satisfaccion y una alegria poco comunes, unicas que despertaba solo mi querido gemelo. Lo mire mientras se retiraba hasta mis propios aposentos, se le veia tranquilo pero sin duda molesto por la prohibición hecha sobre aquel mortal, me gire para mirar a Athena y tomar su mano hasta depositar un beso sobre su dorso.

-Bien Athena, te llevare de regreso a tu templo- Solte su mano y le ofreci mi brazo, esperando a que lo tomara.

-Pareces tenerle miedo a Hypnos, te aseguro que no hay por que, como habras notado, apenas y percibio tu presencia un poco descortes pero mas seguro- le comente mirandola de reojo esperando por escuchar sus palabras.

Me preguntaba que tan ciertas eran las palabras dichas por la Diosa, pero el pequeño atrevimiento de mi gemelo disperso toda duda y me distrajo con sus encantadores tratos y la forma en la que ignoraba constantemente la presencia de Athena, haciendo uso de todo su ingenio para pasarla totalmente por alto.

Percibi su mirada al bajar sus pupilas a las de ella, aquella mirada no relataba otra cosa que un recordatorio del patriarca en el santuario, no era a la protegida de niké a la que veia, si no los violaceos ojos del lemuriano, lo mire alejarse hasta el templo y regrese mi atención a la diosa.

-Debera mantener vigilado a su patriarca- Murmure por lo bajo, tomando su delicada mano y abriendo un portal hacia sus aposentos en el santuario, entrando por este para aparecer en su templo.