***OFICINA DE AIORIA***

Escucho mi nombre distante, sé que me hablan a mi, lo sé porque es mi oficina y no hay nadie más en ella... sino fuera así, probablemente me preguntaría a quién buscan... últimamente he estado distraído, fantaseando, como si mi imaginación dejara de pedirme permiso para desarrollar ideas que terminan con mi cuerpo sobre el de alguien más, jadeante, sudoroso, no han pasado ni 2 minutos y ya estoy divagando, entonces recuerdo que alguien ha llamado a la puerta.

- Adelante

- Disculpa que te interrumpa Aioria... - comienza a decir y de inmediato lo observo, recorriendo su deseable cuerpo con la mirada, me gusta hacerlo sentir incómodo, me gusta verlo descaradamente hasta que termina enfadándose tanto que no le queda más remedio que huir. Sigue hablando acerca del motivo de su visita, algo relacionado con la semana cultural, y después toma asiento frente a mi, lástima, la vista era agradable - dime que te gustaria hacer para la semana cultural?

Respiro con lentitud, él desvía ocasionalmente la mirada, no sé si es porque le es incómodo que lo observe o tan solo por mero desprecio, sonrío mientras observo los papeles que me ha mostrado sin decidirme a tomarlos.

- Veo que ahora la haces de secretaria del director... claro, solo para eso sirves seguramente... aunque... quien sabe, puede que seas útil para "otras cosas" también - remarco las palabras, dándoles cierta connotación sexual - tengo cosas más importantes que hacer ahora, así que... puedes venir más tarde o puedes esperar si quieres... no me molesta que me observes con esa miradita tan tuya...

Me acerco invadiendo su espacio personal y tomo el folder que tiene en sus manos, rozándolas ligeramente, me gusta fastidiarlo, encuentro una morbosa satisfacción en ello.

Comienza un discurso, sé que está enfadado, aunque quiere aparentar tranquilidad, puedo ver en sus rasgos la tensión propia de una discusión... entonces, viene la frase que logra hacerme enfadar.

- Con quien te tuviste que acostar para terminar tu carrera?

Lo observo con odio, lo observo con ganas de golpearlo, de mancillar su cuerpo hasta hacerlo que se retracte y me ofrezca una disculpa, pero sé que no lo haré, al menos, no por ahora.

- Y bien? - de seguro que muere por largarse y yo que me excito viéndolo, jajajajaja, si supiera todo lo que pienso de él.
- Pues tendrás que esperar, porque en este momento no pienso hacer nada - al menos así lo retendré más tiempo aquí, le guste o no, él no es de los que les guste esperar.

- Vaya, Vaya... osea que si tuviste que acostarte con alguien, ja, quien lo diria, no has escuchado que el que calla otorga? - cierro mis puños con fastidio, pero me limito a sentarme en el sillón, lo observo, como si analizara sus movimientos y ocasionalmente sonrío al imaginar todas las cosas que podría hacer con él - Que? es todo lo que vas a hacer? Porfavor, se que no te agrado... terminemos de una buena vez con esto... - me pongo de pie y me acerco despacio - Porque me miras asi? - retrocede un par de pasos, sin darse cuenta de que se pronto se encontrará contra la pared.

Sonrío, siempre había encontrado excitante el fastidiarlo, me gustaba hacerlo enfadar, aunque no siempre lograba comprender el por qué, quizá así era yo, quizá así era él, fastidiable y capaz de producirme ese deseo de someterlo.

- ¿por qué no te callas? - dije mientras me acercaba más, él me observó con esa expresión de desprecio e incertidumbre, y entonces se topó con lo predicho, con ese muro que le impedía alejarse y que a mi me permitía acosarlo - Esa hermosa boquita tuya sería mejor haciendo otras cosas - musito en su oído mientras me restriego contra él, pongo una de mis piernas entre sus muslos y restriego mi propio miembro sobre él... mientras mis manos se deslizan sobre la ropa, acariciando con maestría para luego dejarlo en el mismo lugar. Sé que me odiará por ello, pero no importa, eso solo me excita más.

- Suéltame!!! - dice mientras intenta mantener la distancia entre nosotros, y eso solo logra excitarme más, después musita un par de palabras, a decir verdad, más que musitar es como si las gritara con odio o con alguno de esos sentimientos que se reflejan en su rostro y que yo no sé ni identificar ni interpretar. Se escucha molesto y me pregunto si debo dejar de fastidiarlo.

Me alejo de él... mala idea, tan pronto como le doy la espalda siento que algo golpea con fuerza mi cabeza, no pude distinguir qué era pero supe de inmediato que se trataba de ese insolente y odioso niñato... já, "niñato", lo decía como si en realidad fuera mucho más joven que yo... aunque ciertamente me daba esa impresión. Por instinto llevo una de mis manos al lugar de la herida y mis dedos se empapan con el tibio líquido carmesí.

- Eso te pasa por sobrepasarte y quiero ese formato lleno AHORA!!! - me exige intentando mantener el control de su propio cuerpo, que seguramente estaría tembloroso debido a la adrenalina.
- Ah si?... - me le acerco nuevamente, esta vez, no va a escapar - O-blí-ga-me - digo sílaba por sílaba mientras avanzo hacia él, mantengo mi mirada en cada uno de sus movimientos, como si fuera un depredador a punto de saltarle encima a una inocente presa, aunque en este caso, la presa no era tan inocente como parecía, y eso me agradaba... "me gusta domarlos" - pensé.

Retrocedió hasta toparse con la pared, al parecer los dioses estaban de mi lado, así que en un movimiento rápido tomé ambas muñecas con una sola de mis manos, apresándolas contra la pared, manteniéndolo relativamente inmóvil, lo primero que hizo fue forcejear e incluso intentaba golpearme con sus piernas, pero yo era más alto que él, así que lo único que conseguía era cansar sus brazos, lastimándose por el esfuerzo, agitándose para después intentar calmarse a si mismo. Era fascinante ver la expresión de su rostro, una mezcla de miedo, orgullo y quizá algo de odio, definitivamente él era una persona fascinante.

Cuando su cuerpo dejó de contorsionarse, me apoyé con lentitud sobre él, inhalando morbosamente el delicioso aroma que desprendía su suave piel, llegué hasta su oído y musité un: "Tranquilo... shh... cálmate", después tan solo fui acercándome tanto hasta que mi boca hizo contacto con su piel y mi lengua se asomó ansiosa para degustarlo, comencé a succionar con fuerza, quería marcarlo, una de mis piernas se fue abriendo paso entre sus muslos, separándolos mientras mi miembro comenzaba a sentir una terrible necesidad. Mi otra mano acarició su rostro, obligándolo a girarse para encontrarse con mis labios, él seguía resistiédose, se removía un poco pero terminaba cediendo, ya fuera por cansancio o porque se le iban las ganas de seguir luchando contra mi.

Deslicé mis dedos por su cuello, acariciándolo apenas, causando una especie de corriente que recorría su cuerpo, esa sensación de cosquilleo ante lo incierto... luego dejé que se colaran debajo de su camisa, para encontrarse con ese par de botones semierectos, se detuvieron ahí, acariciando de forma circular sobre ellos, sin hacer mucha presión, dejando que sintiera el tibio contacto de mi piel, él cerraba los ojos, negándose a cualquier sensación y eso me gustaba, me gustaba verlo así, imaginaba cómo sería penetrarlo, irme introduciendo con lentitud causándole algo de dolor... dolor que solo incrementaría el placer que me producía.

Dejé su pecho para ir directo a su entrepierna y él emitió una especie de quejido en cuando lo toqué sobre la ropa... era incómodo tener una de mis manos ocupadas, así que se me ocurrió pedirle que cooperara.

- Si... quieres que... te suelte... - dije con voz ronca - tendrás que quedarte quieto y cooperar - esperé su respuesta, aunque me daba igual que se negara, de cualquier forma, siempre había un plan "B".

- Mal… Maldito deprabado… Suéltame si no quieres que grite - dice con dificultad, seguramente una parte de él sigue desesperada rechazándome, pero la otra, la que siente mis caricias comienza a ceder con lentitud, para después recordarse cuánto odio me tiene, lo mucho que me desprecia y lo desgraciado que soy.
- ¿Gritar? - sonrío con burla - ¿crees que te servirá de algo?
- Eres un insolente… como te atreves a tocarme como si fuera tu puta

"porque lo eres" - pienso en decirle para mancillar su ego, para hacerlo sentir mal, pero algo me contengo antes de que comience todo un drama que podría durar horas... horas escuchando los miles de insultos que tiene para mi, es extraña la facilidad con que puede insultarme, sé que él no se da cuenta de que me lastima, o quizá lo hace y no le importa, pero eso es algo que jamás le dejaré saber.

Me golpea con su cabeza en un acto desesperado para librarse de mi, ¿tanto asco le doy? Bueno, eso es algo que no quiero saber. Veo que acaricia sus muñecas, seguramente doloridas por la presión de antes.

- Eres un imbécil si crees que cooperaría con un bastardo como tú ¿Qué te crees? - golpea mi rostro dejando una sensación de calor, seguramente ahora hay una marca rojiza que durará al menos un par de minutos. Lo observo con crueldad, si necesitaba motivos suficientes para hacerlo mío, él mismo me los ha dado - maldito enfermo… entre mas te conozco mas te odio - se escuda tras un bate, me pregunto si en verdad cree que eso será suficiente para norquearme. Me da la espalda con relativa facilidad y aprovecho el momento para impedir que salga de la habitación.

Él voltea con una deliciosa expresión de sorpresa y lo voy arrastrando hasta el sofá, se resiste y deja caer su cuerpo como si fuera un niño pequeño, pero su cuerpo es delgado, así que no me es difícil cargar con él y dejarlo caer en el sofá mientras me coloco parcialmente sobre él, observo a mi alrededor con rapidez, buscando algo que me ayude a mantenerlo inmóvil y mi vista topa con la ventana, con uno de esos cordeles que las mantienen abiertas para que entre la luz, estiro mi cuerpo sin dejar de estar sobre él para alcanzarlo, menos mal que fui de los pocos que eligieron cortinas en lugar de persianas.

La tela cae pesadamente para dejarnos en penumbras y de pronto todo parece más silencioso, más tranquilo. Ato una de sus manos mientras él intenta zafarse, me empuja con la otra mano pero segundos después paso el mismo cordel para dejar sus manos unidas y después ato el otro extremo al pedestal de la lámpara.

- Más vale que dejes de forcejear sino quieres que queden marcas en tus muñecas - le digo, aunque lo cierto es que me excita saber que tengo la posibilidad de dejar marcas en su cuerpo.

Estoy sobre su cuerpo, con las manos sobre sus muslos para que deje de patalear, ciertamente ya no puede mover sus manos, pero sus piernas aún representan un peligro - Esto podría ser placentero para ambos... - le digo antes de volver a meter la mano por debajo de la camisa, que comienza a ser un estorbo. Desabrocho con lentitud los botones, sabiendo que, debido a la posición en que se encuentra, me sería imposible quitársela sin romperla. Me deshago de su cinturón y deslizo con lentitud sus pantalones, dejando que mis dedos rocen la longitud de sus piernas, bajo un poco mi cuerpo para dejarlo en ropa interior y lo observo, su cuerpo es delicioso y sensible a cualquier caricia. Me excita pensar que en cualquier momento lo tendré casi desnudo a mi disposición, pero por lo pronto me limito a rozar con mis dedos su piel, bajo hasta su cuello para dejar marcas rojizas que lo reclamarán como mío y una de mis manos se cuela bajo sus boxers para encontrarse directamente con su miembro, lo tomo mientras dejo que uno de mis dedos haga movimientos circulares sobre su punta, su cuerpo se estremence y su miembro reacciona aunque él no lo desee.

- Vaya... veo que te gusta - digo mientras siento como se va endureciendo lentamente. Finalmente me decido y tomando el elástico con mis manos, lo deslizo por sus piernas hasta que queda solo con la camisa. Después me tumbo entre sus piernas para besar su abdomen, bajando hasta su entrepierna, dejando un rastro de saliva y una que otra marca rojiza en el camino.

- No… no me gusta-

Le dedico una sonrisa irónica como respuesta, a sabiendas ambos que lo disfrutaba tanto como yo.

- ¿Tanto me odias… Aioria?-

Observo su rostro, encendidos los ojos perdiéndose el fuego entre una lágrima que amenza a caer de estos, que inveitablemente se precipita cuando voltea la cara... lejos de mi. Mi pecho queda pegado al suyo, caliente y mostrándole el calor de los latidos cuando me acerco para recoger con la lengua el camino salado que dejó aquella lágrima.

-¿Qué fue lo que te hice para que me odiaras de esta manera? CONTESTAME!!!-

Mi boca continua provocándolo, robándose su voluntad con cada beso, con cada caricia, con los dientes que se marcan en sus costados, con la caricia de las yemas de los dedos, suave entre los muslos, observo su rostro de cuando en cuando, muestra clara de su razón debatiéndose entre lo que desea y la repulsión que aparentemente le doy.

- Quieres saber?... - musito con una mueca burlona, enredando los dedos en el despierto miembro, jugueteando con la punta, sintiéndo el mio pulsar, gritar por atención a la mera vista de su rostro convulsionado de placer, del sonido exacerbado de sus gemidos tímidos y renuentes, del tacto de su piel cuidada, clara, tan distinta a la mía, oscura y marcada de los descuidos y accidentes cuando niño.

La caricia de mi mano va ganando velocidad y mi respiración se agita como la suya, me excitan sus jadeos, que poco a poco se acercan a la culminación, el rubor de sus mejillas, inocente casi, dispar por entero de los sonidos indecentes que mis manos le causan y pensar que decía que no le gustaba. Me acerco, estirando la mano para tomar las suyas, aprisionadas por la cinta todavía, lamiendo su cuello como un animal probando la presa.

- Quieres saber? - repito contra su cuello antes de que el vaiven de mi mano se acabe en el vértice del orgasmo y la boca se aproxime a su miembro tembloroso que clama por liberación.

- Pídemelo - le reto en doble sentido jalando el cordel de la ventana, sus manos caen libres.

En verdad quieres saber?- escucho con atención cada una de sus palabras, tratando de normalizar mi respiración y sin responder a causa de que la intromision de sus labios no me lo permitia, cuando se aproxima a limpiar la lagrima que cayo timida en mi mejilla no puedo evitar sentirme culpable, tratando de buscar la explicación correcta... ¿Por qué habiamos llegado hasta esto si claramente me odiaba?... Por qué se rebajaba a besarme de ese modo si en todo el tiempo que llevabamos en la docencia me había humillado
y despreciado?... ¿Por qué?, esa y mil interrogantes cifraban por mi mente al sentir sus caricias, al sentir sus besos.

Toca descaradamente mi miembro como si le perteneciera, trato de evitar a toda costa gemir, aunque lo negara me gustaba y mucho… y por ello me odiaba más, estaba callendo en su juego, en el juego de mi enemigo y al parecer llevaba clara ventaja.

Acelera los movimientos y arqueo mi espalda mordiendo con fuerza mi lengua haciendola sangrar a causa de los jadeos que emanaban de mis labios, veo sus ojos y dedico una mirada llena de odio y de desprecio al notar sus ojos cristalizados, era más que obvio que él estaba disfrutando de mi sufrimiento, al parecer se excitaba con cada sonido que salia de mis labios, con cada negativa de mi parte y eso me hacia sentir sucio.

-Quieres saber?- vuelve a repetir eroticamente en mi cuello con lo cual mi piel se estremece sintiendo ya
mis pupilas demasiado dilatadas y a punto de llegar a la cima del placer- Pidemelo- dice y me quedo atonito ante sus palabras, no sabía si lo decia en doble sentido, pero conociendo como era ese deprabado no esperaria nada bueno de él, toma el cordel y libera mis manos para asombro mio, mis manos caen a los
costados de mi cuerpo- S..si quiero saberlo- susurro agitado inconscientemente tomando con fuerza su rostro que se encontraba en mi abdomen para así evitar lo que tenia pensado hacer- Dimelo Aioria- levantando mi espalda levemente y tomando suavemente de sus cabellos para obligarlo a verme- Dime de una maldita vez porque estas haciendo esto… Dime que te hice para que me odies tanto…- susurro dolido y prestandole toda mi atención mientras en mi mente se creaba la estrategia para noquearlo y salir de ahí.


******************************************************************************

Hola de nuevo nena, como ya habras leido ellos dos se odian, Aioria siempre humillo a Orfeo y Orfeo nunca se explico sus motivos, obviamente será una relacion “Amor/Odio” en donde Aioria forzará a este, pero dandose cuenta de que esta enamorado, obviamente al final hare que Orfeo se enamore de él pero… tienes que ser un poco ruda jajaja porque intentará escapar, no llegando a extremos para no perder el hilo de la historia.
Te mando un saludo y si tienes alguna duda o sujerencia
mandame un privado.

sus besos

- S..si quiero saberlo- - Dimelo Aioria-

Le desafío con la mirada, como él me desafía a mi con sus miradas ofendidas, con el gesto ofendido de la boca y sus manos ahora libres pero sobre mí al fin y al cabo. Que transparente es. Le sonrío irónico y como si guardara un gran secreto.

- Dime de una maldita vez porque estas haciendo esto… Dime que te hice para que me odies tanto…-

Odio? Quién era él para hablarme de odio, si estaba más envenado que yo quizá. Si por dentro éramos la misma cosa a pesar de que lo disimulaba. Estaba podrido y no se daba cuenta, que risa. De verdad seguía creyendo que era un “niño bueno”? Mis labios se curvaron en un gesto casi sádico cuando volví a inmovilizar sus manos, esta vez sosteniéndolas a los lados son las mías, recargando mi peso en él, sintiendo contra la piel del abdomen, por el breve fragmento donde la camisa se había levantado, el calor de su cuerpo, ardiendo de furia y de deseo.

- No reacciono bien cuando me ignoran, deberías saberlo - reí al tiempo que mordía su barbilla, atacando su cuello después, marcándolo en la base a propósito, sabiendo que no se marcaría por encima de la camisa, pero que él, cuando se viera si ella frente al espejo, sabría que fui yo quien lo ha marcado, que a pesar de su fiera resistencia… es mío. Duras, casi despiadadas fueron las palabras, si él supiera. Que sí, lo odiaba, porque hacía pasar por torturas inimaginables a todos, con los estúpidos alumnitos que tomaba, que no sabían soplar una nota en un desafinado saxofón, por que conmigo adoptaba esa actitud de inmaculada perfección que infectaba cuando lo veía. Por eso con él era diferente, mucho más duro, mucho más cruel, como si quisiera… mancharlo, acabar con ese aire impoluto que flotaba en torno a su cabeza. Y sabía que a la vez, cada ocasión que me veía acercar por el pasillo la sangre le hervía, que seguro imaginaba sus manos cerradas alrededor de mi cuello, yo en cambio lo imaginaba como ahora, con la cara enrojecida de deseo debajo de mi cuerpo.

- Y tú… porque me odias? - musité, frente a su rostro, con las cejas arqueadas burlonamente antes de bajar por su torso y capturar en los labios el sonrosado pezón izquierdo, dolorosamente ansioso por mis caricias – quiero la verdad… - mi lengua se enrosco, jugueteando y humedeciendo la suave protuberancia – no esa estupidez de que te dejé en vergüenza… - estas vez fueron los dientes que jalaron casi con saña su piel.

Vuelve a tomar mis manos inmovilizandome, trato de safarme pero deshecho la idea por simple curiosidad a saber sus motivos, no to la fiereza en su mirada pero no solo eso sino algo mas profundo y cuel, correspondo cada uno de sus enfrentamientos, me es casi imporsible sostener su mirada pero lo intento ser lo mas indiferente posible hasta sentir una mordida encima de la camisa la cual estoy mas que seguro que dejara una marca- No reacciono bien cuando me ignoran, deberías saberlo - Lo escucho y enarco una de mis cejas ante su vil respuesta que cada momento me hacia perder mas la impaciencia, me molesto claramente ya que esperaba al menos un motivo por el cual ese desprecio- Esa es tu respuesta?- suelto una carcajada cruel en su cara casi escupiendole las palabras- No me interesaba saber tus estupidos traumas y crisis existenciales Aioria... solo me preguntaba porque si tanto me desprecias llegas a estos extremos? Dime tus verdaderas razones Aioria... dilas ya y dejate de estupideces- esperando ansioso una respuesta y tensandome por su cuerpo completamente pegado al mio, sintiendo su peso y en parte su calor, no me explicaba, no entraba en mi cabeza como podía comportarse asi, nunca hice algo que lo afectara a el, jamás le hablaba ya que cada vez que lo intentaba el ponia su estupida barrera con la cual atacaba y comenzaba una nueva pelea, asi que me aleje por completo de él, todos me admiraban por todos los papeles tan importantes que desempeñaba, todos me adulaban... menos él- Y tú… porque me odias? - lo escucho decir despues de divagar en mi mente por algunos instantes y pensando en mis verdaderos motivos para odiarlo hasta sentir como bajaba con lentitud hasta mi pecho y tomando uno de mis pezones entre sus labios, automaticamente me muevo con fuerza para tratar de quitarlo, un jadeo involuntario sale de mis labios ante tan acción inesperada, me preocupo un poco al sentirlo endurecer ante sus torturosas atenciónes- quiero la verdad…- dice y no puedo concentrarme para dar una respuesta ya que sentir su calida lengua recorriendo sin piedad– no esa estupidez de que te dejé en vergüenza… -muerde con fuerza mi piel haciendo que me arquee ligeramente mordiendo mis labios ya que aunque lo quisiera negar me gustaba lo que hacia- Te... te odio Aioria... por ser como eres...- digo en un susurro profundo sin quitar mi vista de sus ojos- Te odio por humillarme... por hacerme sentir que no soy nada con tu estupida superioridad...- logro safar una de mis manos empujandolo levemente y separandolo de mi piel unos centimetros- Te odio por no rendirme honores y criticar mi trabajo... te odio por hacerme odiarte de esta manera- susurro enfrentando su mirada, agitado todavia por la anterior experiencia, levantando mi mano y golpeando con fuerza su mejilla- Te odio...por odiarme sin ningún motivo que te atrevas a decir... cobarde...- escupo en su rostro lleno de furia, no entendia como si me despreciaba tanto podía mirarme con esos ojos de deseo, acariciarme de esa manera... era contradictorio y al mismo tiempo muy intrigante...

Instintivamente me muevo un poco hacía atrás cuando escupe en mi rostro, llevo el dorso de mi mano hacia mi cara para limpiarme, de inmediato contesto a tal acción golpeando con fuerza su mejilla haciéndolo girar la cabeza por la fuerza que he utilizado para hacerlo, tomo su rostro ahora enrojecido por mi acción con mi mano derecha y me acerco peligrosamente

-Te atreves a preguntarme eso cuando soy el resultado de tus acciones, siempre con ese aire de perfección haciendote notar por todos, mientras que simplemente me menospreciabas, esto es lo que tu creaste de mi-

me apodero de sus labios mordiendo inmisericorde levemente haciendolo sangrar un poco, lamo con ansia su sangre mientras vuelvo a inmovilizar su mano. Me las arreglo para acomodarme entre sus piernas haciendole sentir mi cuerpo con total descaro, empujo mi cuerpo para generar presion en sus áreas sensibles para hacer que su cuerpo reaccione mas al mio

Al sentir aquel golpe no puedo evitar quedarme callado, fuera de mí... un ardor recorria mi mejilla, pero lo que me dolía en verdad era verme a su total merced sin poder nisiquiera oponer resistencia- te odio tanto...- susurro quedamente.
Escucho todo lo que tiene para mí y me giro lentamente observandolo y un dejo de tristeza cuando dice que lo menospreciaba aunque no podía imaginar el momento en el que lo hice y aún sin entender los verdaderos motivos de decirme algo tal.
Se acerca atacando mis labios con ansias, yo trato de rechazarlo moviendome, tratando de zafarme pero me es imposible, es muy fuerte y no me será tan facil librarme de él... siento un ligero dolor en mi labio suponiendo que me ah herido... pareciera que disfruta haciendome sentir mal... goza dañandome y eso me repudia...
Cierro mis ojos para así evitar llorar, tenia mucho coraje, mucho rencor pero... había algo extraño en todo esto... siento que toma una nueva posición embarrando su cuerpo con él mio sintiendo ya su "situación" y preocupandome un poco al notar que mi cuerpo sedía ante él- Alejate de mi maldito enfermo!!!- removiendome y haciendo que ambos caigamos del sofá, yo arriba de él- ¿Cómo puedo ser yo el culpable de tu odio?... ¿Cuándo te menosprecie Aioria?...- sintiendo la presión que ejercian aún sus manos sobre las mías- Sueltame ya! maldita sea...


*******************************************************

Historia pendiente (No te preocupes, mamita, ya te conseguiré un profesor que termine esta historia)

kary

Sus palabras duelen, pero no le dejaré verlo, quizás considere que mis motivos no sean suficiente explicación, pero yo me entiendo.

- Ni así sometido, bajo el peso de mi cuerpo, te callas. Solo sigues provocandome. ¿Acaso crees que me importa que nadie me ame? Solo me interesaba una persona, y solo ha hecho que dañarme. Pero claro, el señorito perfecto, está muy ocupado con sus cosas como para darse cuenta de lo que sucede fuera de su mundo, de lo que le sucede a las demás personas - le digo con sorna.

Paso mi mano por debajo de si vientre y la dirijo al punto de castigo, tomando su miembro con brutalidad y provocando que instintivamente trate de esquivarlo quedando su trasero levantado.

- Si Orfeo... Esto solo lo hace un enfermo ¿cierto? - susurro poniendome tras sus nalgas y volviendo a estirar su pelo levantandolo para dejarle de rodillas.

Queda completamente tenso, sintiendo como me acerco por detrás y como mi brazo derecho lo sujeta fuerte contra mi cuerpo. Necesito saciar mi rabia, la ira que me ha hecho sentir, la misma que ahora recorre mi cuerpo.

El contacto de sus nalgas mientras trata de sorprenderme para ver si lo suelto solo consigue que me excite al notar su trasero rozar con mi miembro, haciendo que la lujuria me domine queriendo poseerlo. Queriendo hacerle sentir el mismo dolor que yo senti con sus desprecios.

Dejo sus cabellos y pongo mi mano izquierda sobre su cuello, llevando su cabeza al suelo, obligandole a recostarse pero dejando su trasero en el aire, golpeando algo fuerte al tocar su cabeza con el suelo y oirle susurrar algo entre lágrimas, algo que ni entiendo, solo mi propia sed de venganza es la que ahora domina mi cuerpo excitado.

Llevo mi mano de sus costillas al cierre de mi pantalón y lo hago descender mostrando mi hinchado sexo que clama por salir y el cual libero de su prision para en el mismo instante que roza su cuerpo, sin previa preparación entra ferozmente en su cuerpo, haciendolo arquear y gritar por el dolor al sentir como mi carne desgarra su carne, haciendola sangrar cuando salgo de él y provocando que vuelva a gritar cuando entro nuevamente con una fuerte embestida penetrandolo por completo.

- Si es cierto... Soy un enfermo, ¿verdad? - le digo acercandome a su oido y reteniendo su cadera que trata de separarse de la mia para poder aliviar el dolor que siente al tener mi miembro completamente en su interior, todo lo profundo que puedo, sintiendo su estrechez palpitar contra mi sexo.